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Pol. Boris Mauricio Mendoza. Consultor Área de Derecho Público
El desprestigio del parlamento peruano es estructural en la historia de nuestra República. Se debe entre muchos otros aspectos a la naturaleza de nuestra sociedad y a los mecanismos jurídicos sobre la conformación y forma de elección de la representación, que no reflejan dicha naturaleza de nuestra sociedad (sub representación), es decir por su diseño constitucional y jurídico.
Muchas salidas de orden constitucional –y contradictoria entre sí- se han ensayado a lo largo de la historia de nuestro parlamento para atenuar el desprestigio parlamentario desde los orígenes de nuestra República en el S. XIX y XX. Se han construido salidas normativas, como por ejemplo la renovación por tercios y por mitades, del mismo modo en el S. XX, a partir de segundo gobierno de Leguía, y con la finalidad demejorar la relación ejecutivo legislativo se anuló la renovación por mitades de la representación parlamentaria en la Constitución de 1920. Pese a ello, seguimos con el desprestigio creciente (muy dañino para la moral pública) de la institución parlamentaria, y lo que es más grave, el deterioro de las relaciones parlamento ejecutivo con o sin mayorías absolutas. Estas salidas relacionadas a la arquitectura constitucional y jurídica del parlamento realmente poco han servido para el desarrollo institucional del Estado y para el bienestar de la sociedad en su conjunto. Frente aeste panorama se propone como una reflexión inicial, identificar y valorar lo axiológico en lo jurídico y social como posibilidad de mejorar una visión del Estado y sus instituciones para una reinvención de dichas instituciones y en especial del parlamento.
La legitimidad, institucionalidad y estabilidad de un parlamento se sustentan sobre el carácter, el compromiso, la internalización, y la conciencia de los valores éticos, que son visualizados en el comportamiento cotidiano de la representación.
Pero la construcción de la representación en todo sistema político, no es ajena al stock de virtud ciudadana existente en unasociedad, como tampoco es ajena a la pobre valoración ética que tienen los ciudadanos y la sociedad.La representación es una extensión real de la pobreza o riqueza axiológica de una sociedad. En ese sentido lo axiológico y ético en la política es un problema que trasciende a la propia representación e institucionalidad parlamentaria, tiene que ver con otra estructura mayor: la estructura de valores políticos y éticos internalizados en una sociedad. Esta estructura afecta a todos los actores del sistema político democrático.
En el presente trabajo mediante el desarrollo de la casuística (hechos empíricos) se demostrará esta carencia estructural axiológica y ética de la representación, en ese sentido gran parte del sustento empírico de este ensayo esta desarrollado por diferentes casos donde la ausencia de valores (ética pública) dificulta la construcción de valor público, oportunidades de consolidación institucional de la democracia representativa y destruye la confianza del electorado y la población en la representación parlamentaria, producto del cual se deteriora la legitimidad de la representación.
LO AXIOLÓGICO EN LA CULTURA CIUDADANA Y LA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA
Las sociedades democráticas en su sentido axiológico,responden a un tipo ciudadanía y a un tipo de sociedad premunidos de un grado de aprecio y ejercicio de ciertos valores éticos comunes, es por eso que merecen un análisis el comportamiento del ciudadano (actor político sustancial) y de la sociedad como un todo en relación a un sistema de valores públicos que tome en cuenta el grado de conocimiento de la ética política (rama de la filosofía política), y asimismo el grado de internalización de un sistema de valores de la ética política en la ciudadanía y en la sociedad o comunidad determinada. Bajo esta perspectiva teórica se pueden proponer una clasificación de las sociedades democráticas en tres tipos: la primera con altos estándares de apreciación de su sistema de valores, segundo, sociedades con mediana apreciación de los sistemas de valores y en tercer lugar sociedades con bajo estándar de apreciación de un sistema de valores. Esta tipología se puede aplicar también cuando clasificamos los tres tipos de ciudadanos: ciudadanos con alto stock moral y ético, ciudadanos con mediano stock moral y finalmente ciudadanos con escaso stock moral. Para cada uno de estos tipos de ciudadanos le corresponde un tipo de sociedad y asimismo un tipo de democracia ética, tanto en su expresión como forma de vida y como forma de gobierno.
Es importante analizar la sociedad democrática y ética en sus dos manifestaciones. Tenemos así una perspectiva más clara sobre la democracia como forma de vida, en su sentido axiológico, cuando evidenciamos en la realidad, que ésta es construida con la participación de los ciudadanos impregnado de un conjunto de valores políticos y éticos. Del mismo modo tenemos en el plano formal la democracia como forma de gobierno, si advertimos que las instituciones del modelo democrático (partidos, parlamento, ejecutivo y órganos electorales) están construidas sobre una base axiológica constitucional y jurídica. Es decir la construcción y arquitectura constitucional y jurídica de la democracia se sustenta en una base axiológica. Estas dos caras de la democracia (democracia como forma de vida y democracia como construcción jurídica) son dos caras inseparables de un mismo fenómeno, donde el constructor de esa dualidad es el ciudadano en su dimensión comunitaria y su dimensión representativa. Al parecer, esta perspectiva ha sido descuidada por los teóricos de la democracia y los doctrinarios del derecho parlamentario.
ÉTICA CIUDADANA, REPRESENTACIÓN Y FUNCIÓN PARLAMENTARIA
La representación parlamentaria, según muchos autores de la teoría política y el derecho parlamentario, es un reflejo de la sociedad y sus ciudadanos. Los parlamentarios no pueden desprenderse de la cultura ética reinante en la sociedad, del grado de compromiso con los valores de la ética pública y del grado de internalización y conciencia de los valores éticos formados previamente en el espíritu colectivo. En otros términos cada acto en la construcción de la ley, el control político, la representación y la gestión parlamentario refleja el stock moral y ético que se de cada miembro de una comunidad política. En ese sentido la dimensión sustancial de la representación política parlamentaria es la dimensión de la representación ética y moral. Esta dimensión es la base para la construcción de un buen o mal parlamento, de un parlamento mediocre o un parlamento lúcido. De una relación responsable o irresponsable con el ejecutivo, de una buena o mala calidad de las leyes, de una fiscalización responsable o politizada a los órganos del Estado y los altos funcionarios, de un ejercicio adecuado de la semana de representación, del uso adecuado de las prerrogativas como la inmunidad parlamentaria, de la eficiencia y eficacia de la comisión de ética, de la elección meritocratica y transparente de los altos funcionarios públicos, del manejo racional de los recursos físicos y financieros del Congreso, de la gestión adecuada de los recursos humanos en sus despachos y en los órganos políticos a su cargo etc. etc. Una representación con funciones apegadas a la ética pública dependerá del grado de stock ético y moral del ciudadano.
ELEMENTOS EMPIRICOS QUE PRUEBAN LA POBREZA AXILÓGICA EN LA CRISIS DE LEGITIMIDAD DEL PARLAMENTO
LA BASE AXIOLÓGICA COMO CONSTRUCCIÓN O DESTRUCCIÓN DE LA LEGITIMIDAD PARLAMENTARIA
La gran disyuntiva de nuestros tiempos actuales es optar por construir las bases axiológicas en la política o dejar que todo siga igual. Cuando defino la política, en términos específicos me refiero a la política parlamentaria y a los políticos parlamentarios. No hay un acto parlamentario que este desprovisto de una formalidad axiológica o de un escenario de reglas y principios que modelan el juego político, pero hay que reconocer que todos ellos también están insertos en un sistema de valores, que muchas veces se contraponen en el proceso decisorio de la representación. De ahí que se concluya que los productos parlamentarios también son productos de un proceso de colisión valorativa; por la naturaleza plural y dimensional de la representación, es decir, el rasgo fundamental que caracteriza a los productos parlamentarios, es que estos están revestidos de un sistema de valores dominantes legitimados por el debate y la voluntad de mayorías y minorías expresadas en el voto. En ese sentido se considera al voto como una expresión de valor o valores de la representación. No hay ningún voto o decisión parlamentariaque no tenga una base axiológica que lo sustente, pero el problema no está allí. El problema está en que esa base axiológica es destructiva o constructiva de legitimidad, y si esa base axiológica esta premunida de alto stock ético y de moral pública. Si la base axiológica tiene un alto contenido de ética pública fortalecerá la legitimidad parlamentaria, pero si tiene un pobre contenido ético y moral deteriorará la legitimidad parlamentaria. La base ética y moral de la decisión parlamentaria es fundamental para el fortalecimiento de la legitimidad parlamentaria.
Ahora bien, la alta o buena legitimidad de opinión del parlamento como cuerpo representativo (que se traduce por un lado en el aprecio o valoración del ciudadano sobre un producto o productos parlamentarios),y por otro lado, la pérdida de la legitimidad o baja legitimidad (bajo o nulo aprecio del producto parlamentario) está relacionado al grado de apreciación e internalización de un conjunto de valores éticos por parte de los ciudadanos. Asimismo, las democracias éticas (éticamente valiosas) son apreciadas cuando su funcionamiento está apegado a un sistema de valores y que estos también estén impregnadas en la mentalidad de los ciudadanos.
Es importante señalar que no todos los productos son valorados en su real dimensión por parte de los medios y la opinión pública, pero lo que valora losmedios es lo que valoran los ciudadanos y al revés, los productos que no valoran los medios es probable que no valoren los ciudadanos.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
DOCUMENTOS