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El tratado de Nagoya, formalmente conocido como el Protocolo de Nagoya sobre Acceso y Participación en los Beneficios, es un acuerdo internacional adoptado en 2010 bajo la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB). Este protocolo tiene como objetivo principal regular el acceso a los recursos genéticos y garantizar una distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de su utilización, promoviendo así la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.
Fundamentos del Tratado de Nagoya
Compartir beneficios: Los beneficios derivados del uso de recursos genéticos deben compartirse de manera justa y equitativa con el país de origen de dichos recursos.
Aplicación a los Conocimientos Ancestrales
Los conocimientos tradicionales asociados a los recursos genéticos también están protegidos bajo el Protocolo de Nagoya. Esto significa que si estos conocimientos son utilizados para la investigación o desarrollo de productos comerciales, los pueblos indígenas y locales que los poseen deben dar su consentimiento previo informado, y se debe negociar un acuerdo de participación en los beneficios.
Caso Particular: Uso de Ayahuasca
La ayahuasca, una bebida psicoactiva tradicionalmente usada por pueblos indígenas en la Amazonía para fines rituales y medicinales, contiene ingredientes que podrían ser considerados como recursos genéticos. Su uso y aplicación, particularmente en contextos terapéuticos o espirituales fuera de su contexto indígena original, plantea cuestiones específicas bajo el tratado de Nagoya:
Acceso y Consentimiento: La obtención de ayahuasca o de sus componentes genéticos para la investigación o uso comercial debe ser precedida por el consentimiento de las comunidades indígenas que tradicionalmente la han utilizado.
Participación en los Beneficios: Si el uso de ayahuasca lleva a desarrollos comerciales o terapéuticos, los beneficios obtenidos deben compartirse con las comunidades de donde provienen los conocimientos y recursos utilizados.
Implementación y Desafíos
La aplicación del Protocolo de Nagoya en relación con la ayahuasca presenta desafíos, como la definición de los límites de los conocimientos tradicionales y la implementación efectiva de los acuerdos de consentimiento y participación en beneficios. Además, la regulación internacional puede chocar con las legislaciones nacionales y los intereses de las comunidades indígenas.
Conclusión
El tratado de Nagoya ofrece un marco jurídico que puede ayudar a proteger los derechos de las comunidades indígenas sobre sus conocimientos tradicionales y recursos genéticos, incluyendo el uso de la ayahuasca. Sin embargo, su eficacia depende de la implementación local y de la capacidad de los gobiernos y comunidades para negociar acuerdos que respeten tanto los derechos como las tradiciones culturales. La cooperación internacional y el respeto por los principios de justicia, equidad y respeto mutuo son fundamentales para el éxito de este protocolo.